Licenciado en Derecho, MBA y Master en Derecho Económico, Fernando cuenta con más de 25 años de carrera trabajando como ejecutivo jurídico en grandes corporaciones. Asimismo, es especialista en la gestión de asuntos legales relevantes. Recientemente, participó de un interesante webinario organizado por G&M News en relación con el posible escenario del sector del juego y su regulación con el nuevo Gobierno de Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva. Aquí, se presta a un diálogo profundo y cordial que clarifica y actualiza el panorama para nuestros/as lectores/as.
El Proyecto de Ley de Juegos en Brasil contempla muchas verticales que, en primera instancia, si sólo se aprobaran las apuestas deportivas, quedarían de lado: casinos presenciales, bingos, juegos virtuales, máquinas tragamonedas, juego en línea, etc. ¿Cree que será posible avanzar paulatinamente en estos temas en 2023 o ve difícil la regulación a corto y mediano plazo?
Antes que nada, debo señalar que el tema de las apuestas de cuota fija sería abordado por el Decreto que debería reglamentar la Ley 13.756/18. Cabe recordar que el plazo de esta regulación finaliza el 12/12/2022, tal y como establece la propia Ley. Por lo tanto, cronológicamente, la regulación de las apuestas de cuota fija debería ir en primer lugar. El reglamento general de todas las verticales de juego que se contempla en el PL 442/1991 fue aprobado por la Cámara de Diputados en febrero de este año, y ahora se encuentra en trámite en el Senado. En mi opinión, la comprensión de las operaciones en el mercado de juegos y apuestas ya alcanzó un nivel de madurez en el país y, junto con el hecho de que el volumen estimado de participación de brasileños en operadores extranjeros podría alcanzar algunas decenas de miles de millones de reales, me parece razonable pensar que el tema puede ganar velocidad, principalmente desde el punto de vista de la recaudación. Uno de los grandes desafíos del nuevo Gobierno será buscar fuentes adicionales de ingresos para financiar proyectos, y la regulación (y consecuente tributación) de este mercado es una excelente oportunidad para lograr este objetivo. Finalmente, no veo grandes diferencias estructurales entre una modalidad y otra que justifiquen excluir algunas de ellas, pues la discusión clave estaría superada: reconocer los juegos de azar como legales y, por lo tanto, lo más sano sería adoptar todas las verticales.
Relacionado con esto, hubo una rápida aprobación en el Congreso del proyecto de ley que regula los segmentos de deportes electrónicos y deportes de fantasía en Brasil. Aunque el texto no considera ambos sectores como juegos de azar, la realidad es que existen apuestas online para estas modalidades. ¿Qué pasará con estas modalidades, de gran expansión en el país?
El PL 2796/2021 fue aprobado en la Cámara de Diputados y aún necesita aprobación en el Senado. Como el planteamiento de esta modalidad en el PL se basó en juegos de habilidad y no de azar, la discusión me parece menos controvertida. El PL no trae ningún pronóstico respecto a la exploración de apuestas relacionadas con esta modalidad, por lo que entiendo que aún habrá que esperar la regulación sobre este punto.
Temas como la lucha contra el juego ilegal y el combate al blanqueo de capitales, la promoción del juego responsable y la integridad del deporte, y los límites a la publicidad del juego, una vez regulada la actividad online, parecen no haber sido debatidos en profundidad en la reglamentación en Brasil. ¿Cómo deberían discutirse para incluir artículos más específicos en la ley sobre estas cuestiones?
En primer lugar, hay que recordar que, una vez que se apruebe el reglamento, las actividades de juegos y apuestas serán consideradas legales en el país. Esto permitirá que las capas secundarias de regulación sean mejor desarrolladas por los respectivos entes reguladores (regulador de nuevas licencias, Banco Central, COAF, Ingresos, etc.). Por lo tanto, esta aparente falta de profundidad será (o debería ser) suplida por esas autoridades. Aquí me parece que lo más importante es la aprobación del propio marco legal, es decir, tener un punto de partida para construir un ecosistema saludable para este mercado. El papel de todos los participantes en el ecosistema del juego (operadores, plataformas, entidades de pago) será fundamental en el desarrollo de los aspectos más detallados de la regulación en sus respectivas áreas de actividad, y una postura participativa en las interacciones con los reguladores suele traer beneficios en términos de eficacia práctica de la regulación.
Paralelamente, parece haber un tira y afloje entre el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Economía para ver quién será el encargado de coordinar la regulación del sector. ¿Qué opina de este nuevo foco de conflicto?
Pienso que esto es extremadamente perjudicial para el proceso regulatorio y contrario a la historia y la práctica, ya que, tradicionalmente, el Ministerio de Economía ha estado trabajando en estos temas y acumularía una mejor experiencia en el sector. Además, el “encaje” de este asunto dentro de las atribuciones del Ministerio de Justicia no me parece correspondiente con las prioridades y objetivos de dicho organismo. Precisamente, ése es el problema de la demora en la aprobación de un marco normativo, ya que abre espacio para discusiones, proyectos legislativos que abordan superficialmente partes del tema, etc.
¿Cuáles son las perspectivas para la industria del juego dentro de dos años y cómo se pueden vincular el juego y el turismo para aumentar los ingresos de ambos sectores?
Creo que, en esta perspectiva temporal, la no regulación representaría una desventaja para Brasil; principalmente, una pérdida de la oportunidad de insertar en la economía una actividad capaz de desarrollar empleos, estimular ingresos e incluso minimizar el uso de juegos y apuestas por parte de organizaciones con fines ilícitos. En cuanto al crecimiento del turismo, mi impresión es positiva en el sentido de que la asociación de la explotación de juegos presenciales como los casinos en lugares estratégicos para el turismo ha demostrado en varios países ser capaz de generar un desarrollo localizado que, en el caso de Brasil, podría ser de suma importancia en ciertas regiones.