Sin dudas, vivimos una era compleja y desafiante. La recuperación de la economía global y de la actividad empresarial va a tardar más de lo pensado por muchos Gobiernos. Los índices dados a conocer por instituciones como el FMI, la OCDE y el BM están reduciendo las proyecciones de crecimiento establecidas por los países de la UE. La realidad indica que el complicado proceso de vacunación contra el COVID-19 que se está llevando a cabo Europa, América del Norte, Asia, LatAm y otros lugares llevará mucho más tiempo de lo previsto. Las autoridades ya anticipan un ritmo de recuperación más sosegado y aceptan claramente que habrá riesgos a afrontar. Es cierto que, en las principales potencias del mundo, parecen haber adquirido suficientes vacunas como para atender a toda su población. El problema es que las entregas de vacunas no cumplen con los cronogramas asumidos. Al día de hoy, se desconoce cómo las firmas farmacéuticas van a abordar los problemas de producción y entrega para responder al mensaje que los Gobiernos han transmitido a sus pueblos, en un ejercicio de ilusiones irreales, en vez de informar sobre los hechos reales. Entonces, si vamos a hablar seria y responsablemente, es evidente que un pronóstico optimista de recuperación real de la economía apunta más al cuarto trimestre de 2021 o el primer trimestre de 2022 en adelante. Mientras tanto, habrá una ligera mejora a medida que evolucione la vacunación y se relajen las medidas restrictivas para controlar la pandemia. Claro, esto es difícil de prever si se observan las tasas de contagio actuales que, en algunos países, superan los 1.000 casos por cada 100 mil habitantes, con las camas de los hospitales al borde del colapso, si es que aún no colapsaron, y las unidades de cuidados intensivos (UCI) incapaces de atender las necesidades, comenzando a aplicar una selección de “triaje” para decidir quién tiene la prioridad.
UN AUMENTO DE LAS DESIGUALDADES
Un ejemplo de cómo la economía está restringida son los grandes bancos llenos de dinero. Los consumidores han sido prudentes al gastar en artículos innecesarios como automóviles, viajes, vacaciones, gastos domésticos y comer en restaurantes. Los ahorros han subido en miles de millones de euros durante 2020, lo que no es más que un “espejismo” que no impide que la realidad muestre a decenas de millones de desocupados, el aumento de la pobreza y la enorme cantidad de personas que son asistidas por sus Gobiernos porque ni siquiera tienen alimentos para llevar a sus casas todos los días. Evidentemente, la pandemia ha aumentado la desigualdad y eso es algo que va a durar bastante tiempo. El endeudamiento de empresas y familias estará sujeto a la evolución de la economía y al crecimiento de los ingresos de los consumidores para que los bancos reciban la devolución de sus préstamos y facilidades crediticias. El FMI ha dicho que la recuperación será lenta y diferente según el país. Economías más fuertes como Estados Unidos o Alemania reactivarán primero, mientras que el impacto será más duro en países emergentes como muchos de Latinoamérica. Esta acumulación de capital hace que algunos pronosticadores digan que estamos volviendo a los rugientes años ‘20. La última gran pandemia tipo influenza fue en 1918 y duró dos años. Algunos tratan de compararla con las que estamos sufriendo 100 años después. Esperemos que el proceso no termine igual que en los ‘20, con el crack de 1929. ¿A dónde irá este dinero una vez que el mundo se haya puesto de pie nuevamente? Principalmente, a todo lo que se ha negado hasta el momento: gastos en viajes, vacaciones, artículos para el hogar, restaurantes y, por supuesto, algunos seguirán apostando a juegos de azar, lo que representa poco menos del 1% de la economía mundial.
EL LENTO AVANCE DEL GAMING
Mientras el juego presencial se vio muy afectado por la pandemia, los cierres de salas y demás restricciones, el online vivió una expansión histórica que parece continuará en los primeros años de esta década. A medida que la economía crezca, también lo harán los servicios de los juegos de azar. No hay dudas de que, cuando la pandemia sea superada, las salas de juego presenciales volverán a llenarse de entusiastas jugadores. También aumentará la cantidad de apuestas deportivas (a eventos físicos y online). El turismo irá de a poco recuperando sus niveles pre-pandemia, y eso favorecerá a los resorts que incluyen casinos y demás espacios de juego.
Pero, por favor, no se emocionen. Esto no sucederá de la noche a la mañana. Tendremos un camino sinuoso por delante que se manifestará en 2021, 2022 y 2023 para la mayoría de las economías. Probablemente, habrá muchas otras economías que se encontrarán con un enorme endeudamiento, lo que enlentecerá la recuperación de recursos y de hábitos de consumo. En estos casos, recién para 2025 podrían retomarse los niveles de 2019. Una mirada más allá nos permite afirmar que la década de 2020 representará un proceso paulatino de recuperación. En lo inmediato, la mayor parte de 2021 será mejor que 2020, pero seguirá sufriendo el legado del costo de las medidas contra la pandemia, mientras los Gobiernos de las economías más avanzadas luchan por lograr el objetivo de inmunidad colectiva para fines de 2021 o principios de 2022, en el mejor de los casos. A nivel local, en España, las cosas se ven muy oscuras, ya que es un país que va a tener una recuperación más prolongada debido a su estructura de producción, con una alta dependencia de pequeños e individuales empresarios que prácticamente no han recibido ayuda ni compensación del Gobierno. A eso se agregan la falta de inversiones en I+ D, y la gran necesidad de la reactivación de servicios como turismo y gastronomía, que han estado completamente fuera de servicio por demasiado tiempo. Con un Gobierno español poco realista asumiendo proyecciones en un presupuesto que considera una recuperación total para 2021, lo que en realidad va a aumentar exponencialmente es el endeudamiento más allá de cifras imaginables, que se convertirá en un pesado lastre que tomará algunos años compensar, si eso acaso es posible.
PRONÓSTICOS CAUTOS Y VARIADOS PARA LAS DISTINTAS REGIONES
Llevará tiempo que los principales motores que promueven la economía recuperen su ritmo, porque los viajes todavía tendrán un largo período de restricción. En consecuencia, el turismo, uno de los grandes impulsores de muchas economías, también estará frenado hasta 2022. Lo mismo ocurrirá con la industria manufacturera, especialmente la automatización. Ambos segmentos sumados representan más del 25% de la contribución a las respectivas economías de todos los países de la UE y los Estados Unidos. Por cierto, la situación no es la misma en el sur de Europa que en los países del norte, siendo los primeros receptores de turismo y los segundos proveedores. Pero este regreso al turismo no será masivo, creando cuellos de botella en la oferta, lo que llevaría a precios más elevados y mayores márgenes de ganancia. Por el contrario, la recuperación tendrá su propio ritmo, dependiendo por supuesto de cada país y economía. La reconstrucción será desigual y dispersa para los 27 países de la UE, y algunos tardarán más que otros en poder volver a buenos índices de negocios, con la economía y los consumidores regresando a cifras positivas de compensación. Fuera de la UE, los EE.UU. también tendrán un ritmo de normalización y un crecimiento diferentes, con medidas que apuntarán a propulsar la economía y acelerar el ritmo de consumo de la población. Es evidente que ciertos países deberán atravesar un impacto económico pos-pandémico tan fuerte como el impacto sanitario causado por el Coronavirus. En Latinoamérica, en países como Argentina, por ejemplo, la falta de apoyo a las pequeñas y medianas empresas ha llevado al cierre y desaparición de muchas de ellas, verdaderos motores en menor escala de sus economías. Esto genera gran incertidumbre a futuro, ya que habrá en los próximos años un mayor desempleo, aumento de la inflación, reducción en la capacidad de ingresos de los individuos y fuerte contracción del consumo interno. En muchos de esos países, sus presupuestos imaginaban una economía más saludable, con una cierta capacidad para recaudar impuestos que cubrieran las necesidades sociales y de servicios. Sin embargo, ahora, se encontrarán en 2021 y 2022 que sus déficits crecerán exponencialmente y tendrán problemas para vender deuda.
APRENDER LA LECCIÓN PARA UN FUTURO SUSTENTABLE
Con todo, y tratando de no dejar un sabor amargo en el lector, se espera una evolución positiva de la situación de la pandemia, quizás no tan rápida como se deseaba, pero ciertamente estaremos en la dirección correcta hacia una recuperación lenta pero segura, tan pronto como las vacunas y la medicación muestren resultados favorables para la salud de las personas. Recordemos que nadie puede definir los tiempos exactos de mejoría. Veremos cómo el avance de la lucha contra la pandemia se reflejará en los hábitos de los individuos para permitirles recuperar el optimismo y la esperanza de poder llevar adelante sus vidas de manera más normal, incluyendo retomar sus vínculos sociales y su capacidad de consumo. En el año 2020, el virus ha costado la vida a millones de personas, y ha dejado a muchos millones más sufriendo la pandemia de una forma u otra, algo que nunca olvidaremos. Este recuerdo acompañará a la sociedad durante varios años. Quizás hayamos aprendido la lección para mejorar nuestro comportamiento en muchos ámbitos de nuestras vidas. Tal vez los Gobiernos también hayan aprendido a ser más conscientes y tomar las necesarias previsiones para que no quedemos en la misma posición de desventaja si vuelve a ocurrir -ojalá que nunca jamás- algo similar. La recuperación sucederá y esta pandemia será contenida médicamente (me atrevo a decir que será derrotada). Necesitamos tener la esperanza de que, a medida que pasen los años, la década de 2020 se beneficiará de alguna manera de esta tragedia. Insisto en la obligación de que Gobiernos, instituciones y también las personas hayan aprendido la lección de ser más eficientes, preventivos (en lugar de reactivos), solidarios y empáticos. Anhelo que, al terminar la década de 2020, asistamos a un panorama de un mundo mucho mejor y más habitable para todos, que permita elevar los niveles de vida a aquellas capas de la población postergadas en distintas continentes.
¿Qué podemos analizar sobre la industria de los juegos de azar y las apuestas? Bueno, simplemente, hay que aplicar los mismos criterios para reevaluar el negocio. Habrá que estar más preparados para situaciones como ésta, haciendo que el modelo de negocio sea más resiliente, con una estrategia comercial mejor estructurada, basada en las nuevas tecnologías, Internet de las Cosas y la inteligencia artificial. Básicamente, también considerar los canales online como una necesidad más que como un complemento del local físico, para construir una propuesta universal de juego y apuestas a los consumidores en un entorno omnicanal. Ya no hay excusas para que el segmento presencial entienda que sólo se podrá sobrevivir mejor en una sociedad en evolución si decide saltar al vagón digital como parte de una oferta multicanal que lo acerque a un perfil de consumidor más amplio y compatible. Esto permitirá a las empresas del gaming fortalecerse para poder garantizar un desempeño empresarial más estable y sostenible en los desafíos que plantee la década de 2020.
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