Retomando la idea de la última columna, había comentado algo acerca de las nuevas profesiones que venían apareciendo cada vez con más fuerza durante los últimos años. Esto se reafirma en el mundo de los videojuegos, considerando su crecimiento y su impacto en los sectores tradicionales. Puntualmente, la pandemia también ha dirigido los ojos de las sociedades a las actividades relacionadas con los deportes electrónicos, siendo éste uno de los espacios que menos ha sufrido el golpe del aislamiento.
Antes de adentrarnos en la profesión del caster, tenemos que hablar primero, y muy someramente, de qué son los deportes electrónicos, ciberdeportes, Esports, etc. En líneas generales, y tal como su nombre lo indica, son competencias profesionales de videojuegos. Después de esta definición quizás poco concreta y en exceso abarcativa, hay también varias doctrinas respecto a su ubicación en torno a los deportes tradicionales, ya sea de manera separada de éstos, o como una especie de género mixto. Lo cierto es que este sistema competitivo existe ya desde hace muchos años, y que, en el último lustro, ha venido generando todo un ecosistema a su alrededor. Esta comunidad incluye a jugadores, staff técnico, organizaciones y equipos, así como a quienes le dan visibilidad y hacen de nexo entre los competidores y el público.
OBSTÁCULOS Y DESAFÍOS DE LOS CASTERS
La transmisión y narración de las competencias de Esports está en manos de un equipo de producción con mayores o menores recursos y preparación profesional. Las caras visibles (en especial, las voces) de este proceso son los casters. El término “caster” denomina a los relatores, comentaristas o narradores de las competencias de deportes electrónicos. Para fijarlo en términos de “deportes tradicionales”, la labor del caster podría asimilarse a la del comentarista de fútbol, o de cualquier otro deporte: hace de nexo entre la audiencia y lo que se está viviendo en la competición, le da una cara y personalidad propias a la transmisión. Es, en definitiva, el comunicador por excelencia de lo que sucede en la actividad.
Sin embargo, como todo en este mundo de los Esports, la profesión del caster está sujeta a una serie de situaciones de las que el narrador deportivo tradicional escapa.
1) En primer término, no existen universidades donde estudiar cómo ser caster de videojuegos. Se aprende sobre la marcha, viendo, practicando y estudiando de manera autodidacta. Claramente, los estudios de locución para mejorar la dicción, la proyección y color de la voz, y el uso en general de ésta como herramienta son claves para un mejor -y más saludable- desempeño. Sin embargo, es difícil encontrar relatores de videojuegos que hayan comenzado su carrera como tales, con algún estudio tradicional sobre el uso de la voz. Más bien, utilizan dicho estudio de complemento para su actividad cuando ya están más o menos profesionalizados o insertos en el ambiente.
2) En un segundo punto, otro de los desafíos a los que deberá enfrentarse el caster es el dinamismo constante sobre el juego que debe relatar. En el mundo de los Esports, el cambio permanente es una característica de la actividad. Así, el caster estará forzado a estudiar las modificaciones en el juego, el impacto de los mismos en las competencias profesionales de su región y del mundo entero, etcétera. Esto le aporta un condimento único a la actividad, pero también la sujeta a un mayor nivel de exigencia. Si el caster no está actualizado, su información sobre el juego va a ser carente o deficiente. Este punto lo retomaremos a la hora de hablar un poco sobre qué es lo que debe tener un caster para ejercer la actividad.
3) En un tercer punto, y quizás el más complicado de sostener, tenemos la dificultad para monetizar la actividad. La (triste) realidad es que existe una cantidad de competencias amateurs y semi-profesionales en las que no se paga a los casters por su trabajo. De alguna manera, éstos se ven obligados a tomar esas tareas para ganar experiencia, visibilidad o empezar a hacerse conocidos en el ambiente. Como en toda industria, hay abusos por parte de personas u organizaciones que se aprovechan de su alcance e influencia para utilizar esto como moneda de cambio, y usar a aquellos que sueñan con volver de su pasión un trabajo digno y continuo.
4) En un cuarto lugar, pero no menos importante, está el factor que acompaña prácticamente toda la labor que está relacionada con la industria del gaming en general: el desarrollo y sostenimiento de un buen perfil en redes sociales. Esto significa no solamente tener redes activas, sino que el caster pueda ser “elegible” para constituirse en ‘la cara’ de una competencia o una marca, o incluso de los patrocinadores que sostienen esa competencia. Es decir, quizás no importa tanto la cantidad de seguidores -aunque ciertamente es un plus-, sino que lo más relevante será la caracterización que de esa persona pueda hacerse a través de su perfil de redes, sabiendo que uno se construye a la vez como caster y figura pública, con sus defectos y virtudes.
Para hacer un resumen, hablé sobre qué es ser un caster, el entorno donde se desenvuelve la actividad y algunas diferencias con la narración tradicional. En lo personal, creo que cada vez se van a ir desdibujando más esas distancias. Nos resta abordar otras dos cuestiones esenciales: a) qué debe tener un caster para poder trabajar de esto y sobrevivir en el intento (o cómo ser un buen caster), y b) cómo hacer del hobby una profesión. Justamente, ésos serán los ejes de la segunda entrega sobre la profesión de caster. ¡No se pierdan nuestro próximo encuentro por la página de G&M News!
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