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Por Nahuel Díaz, periodista y colaborador de G&M News.
¿Qué balance hace de su participación y de los temas debatidos en el Segundo Simposio sobre Juego Responsable realizado en Chile?
Creo que el Simposio fue un paso importante y necesario para el desarrollo de políticas y recursos para abordar los problemas del juego en Chile. Los temas discutidos durante el Simposio resaltaron la necesidad de más financiamiento para la investigación a fin de determinar la naturaleza y el alcance de esta cuestión en Chile, brindar tratamiento a quienes experimentan problemas y trastornos del juego, y apoyar a la industria en estos esfuerzos. Mi participación implicó presentar información sobre el enfoque del Estado de California (Estados Unidos) para analizar y tratar el juego problemática: el Programa de Servicios de Tratamiento y Educación sobre el Juego de California (CalGETS). Financiado por la Oficina de Juego Problemático del Departamento de Salud Pública de California, CalGETS brinda servicios a quienes experimentan problemas relacionados con el juego y a quienes se ven afectados por el problema del juego de otra persona.
Entre otros asuntos, usted ha investigado los factores culturales ligados al juego problemático. Si nos enfocamos en Latinoamérica, ¿cuáles serían esos factores y cómo podría trabajarse para ir disminuyendo la influencia cultural que conduce al juego sin control?
Lo que he investigado ha sido la naturaleza de los problemas con el juego y los trastornos del juego en personas que residen en los Estados Unidos y son inmigrantes de América Latina o tienen su origen étnico en ella. Este trabajo ha indicado que el juego es común para estas personas, a menudo es social y ocurre tanto dentro como fuera de los casinos. Los impactos y consecuencias de los problemas y trastornos del juego son similares, independientemente del patrimonio cultural o del país de origen: problemas de relación, desestabilización del sistema familiar, salud mental, salud física, problemas financieros y problemas legales. Lo que puede verse influenciado por la cultura es la búsqueda de ayuda para los problemas del juego. Esa búsqueda puede ser poco común porque las personas pueden no verlos como un problema de salud mental o pueden no sentirse cómodas buscando servicios para problemas de salud mental en general debido a la vergüenza y el estigma en torno a dichos problemas.
Tanto los reguladores como los operadores del juego de América Latina hablan mucho sobre juego responsable. Sin embargo, aún sigue habiendo algunos riesgos para sectores vulnerables en esas sociedades. ¿Cuáles son sus sugerencias, tanto en términos regulatorios como en las directivas internas de una empresa, para avanzar en un programa público-privado de juego responsable que contemple los diferentes aspectos de esta problemática?
Puedo hablar de la necesidad de dirigirme a aquellos que necesitan algo más que mensajes o asesoramiento sobre juego responsable. Éste sería el segmento de la población que sufre trastornos del juego. En California, representa entre un 3% y un 4% de la población. Cada persona con un problema de juego afecta a entre 7 y 10 personas a su alrededor y estos impactos van más allá de las dificultades financieras. El desarrollo de regulaciones que respalden el tratamiento formal para quienes padecen trastornos del juego, así como para aquellos afectados por el problema de otra persona, es un paso vital para abordar los daños relacionados con el gaming. Este tratamiento debe venir de proveedores de salud mental capacitados y autorizados. En California, esto se ha intentado con el apoyo de la industria del juego a través de acuerdos entre empresas privadas, juegos de azar patrocinados por el Estado, como la lotería, y entidades tribales con el estado de California. Estos acuerdos estipulan la financiación de una agencia estatal encargada de abordar los problemas del juego. Los fondos se utilizan para investigación, tratamiento y educación sobre problemas del juego en todo el estado. La clave de estos esfuerzos ha sido la inclusión de partes interesadas del Gobierno, la industria y el campo de la salud mental. En lo que respecta al juego responsable, una posibilidad puede ser la vinculación entre dichas actividades y el sistema de tratamiento de los problemas del juego. Es probable que quienes trabajan en el juego responsable en los casinos entren en contacto con personas que podrían beneficiarse de un tratamiento formal para los problemas del juego.
¿En qué consiste el convenio de capacitación mutua firmado entre la UCLA y la compañía Dreams de Chile? ¿Cree que este acuerdo puede concretarse con otras empresas, no sólo en Chile, sino también en el resto de LatAm?
El convenio de capacitación mutua firmado entre el Programa de Estudios de Juego de la UCLA y la empresa chilena Dreams tiene dos componentes. Uno es la capacitación de proveedores de salud mental en Chile sobre los problemas de juego y los trastornos relacionados con el juego, y el otro es la capacitación de trabajadores de salud comunitarios en California sobre el juego responsable. La capacitación para proveedores de salud mental se centrará en la prevalencia, los correlatos y el tratamiento de los problemas vinculados con el juego. La capacitación para trabajadores de salud comunitarios se enfocará en entrevistas motivacionales para aumentar las acciones sobre derivaciones de tratamiento y conductas de juego responsables para quienes eligen jugar. Este acuerdo actualmente sólo está activo con Dreams. Sin embargo, es posible desarrollar convenios de este tipo en toda América Latina.
¿De qué forma se podría trabajar hoy en una iniciativa educativa para niños y adolescentes que mostrara al juego como un entretenimiento a fin de que, a futuro, se convirtieran en apostadores adultos conscientes y responsables, pudiendo disfrutar de la actividad de manera sana?
Los estudios demuestran que los adolescentes cuentan con un mayor riesgo de tener problemas con el juego. La adolescencia es una época de mayor actividad conductual de riesgo. Los programas que pueden fomentar la resiliencia, la superación, el comportamiento saludable y la resolución de problemas pueden ser útiles para reducir los problemas del juego entre los adolescentes. En lugar de iniciativas educativas para niños y adolescentes, yo propondría educación para los padres sobre los factores de riesgo de los problemas del juego y cómo detectar las señales de advertencia de esos problemas. La exposición temprana a actividades de juego, el uso de sustancias nocivas, la poca supervisión de los padres, los problemas del estado de ánimo, el trastorno por déficit de atención y los antecedentes de trauma son factores de riesgo para el desarrollo de problemas con el juego. Por el contrario, una relación sólida y saludable con un adulto cariñoso, buenas habilidades para resolver problemas y un sentido de autoeficacia pueden proteger a los jóvenes de los problemas del juego. Los cambios de humor, ansiedad y comportamiento pueden indicar la aparición de esos inconvenientes. Situaciones como una involución en el rendimiento académico, cambios bruscos de participación en las redes sociales y la preocupación por actividades relacionadas con el juego muestran la posible aparición de un problema con el juego. Otro motivo es la maduración tardía de los lóbulos frontales del cerebro que intervienen en la regulación de las emociones y la conducta. Esto no ocurre hasta alrededor de los veinticinco años. El funcionamiento frontal es importante en la evaluación de los resultados conductuales y en el análisis del riesgo/recompensa asociado con el comportamiento. Hay que estar atentos a todas esas manifestaciones y actuar en consecuencia.