Quiero comenzar desarrollando el término SOLIDARIDAD, un aspecto que, para mí, es requisito esencial en la existencia de la sociedad. ‘Solidaridad’ procede del latín a través del francés, idioma que parece ser el primero que la utilizó. En síntesis, en la raíz etimológica de la palabra “solidaridad”, existen dos universos significativos distintos:
a) El de la construcción (algo que está construido sólidamente)
b) El de la jurisprudencia (obligaciones contraídas in solidum; mancomunadas).
De la construcción, queda la lógica orgánica: la unidad de un todo en el que las partes están sólidamente conectadas. De la jurisprudencia, queda la exigencia de compartir el destino entre personas.
Pensemos, entonces, en la SOLIDARIDAD como el valor social universal (producto de la empatía y la tolerancia) por el que las personas se sienten y reconocen como iguales, y son tratadas por igual en una misma tarea. En términos macro, es el requisito social fundamental. No ha existido ninguna sociedad sin solidaridad.
La solidaridad se expresa en una sociedad fundamentalmente cuando aparece una ‘asimetría’, y se aplica sobre aquellos que sufren dentro de esa sociedad. Otra característica esencial de este concepto es la necesidad de aunar esfuerzos para conseguir un fin común dentro de la sociedad (económico, político, cultural, sanitario). Resulta así un aspecto clave que los ciudadanos presenten una actitud consciente de colaboración con las culturas, sociedades o personas que los necesiten en un momento determinado.
MI INFINITA GRATITUD POR LA SOLIDARIDAD DE LAS PERSONAS
Esta introducción busca racionalizar un poco todas las emociones que viví en los últimos meses a partir de una serie de episodios personales que atravesé a nivel familiar, y que aquí voy a contar, por los que recibí un enorme apoyo y solidaridad de muchísima gente de la industria del juego y de otras áreas.
En principio, quiero agradecer públicamente a todos los amigos de la vida, de la industria y a personas que no recordaba, pero con las que se ve construí vínculos a lo largo del tiempo, y que me acercaron palabras de apoyo, cariño, fortaleza, rezos y energía positiva para superar estas dramáticas instancias.
Cerca de finales del año 2021, mi hija Ivanna, de 36 años, se contagió de COVID-19 en Buenos Aires (Argentina). Al principio, presentó los síntomas habituales, con algunos problemas respiratorios que se fueron agravando. Fue necesitando la ayuda de oxígeno, y el día 31 de diciembre ingresó al hospital con una crisis respiratoria grave. Inmediatamente, la llevaron a la unidad de terapia intensiva. Estuvo intubada y con respirador artificial por tres días. Fueron horas realmente críticas y muy angustiantes. Parecía que mejoraba, por lo que la trasladaron a terapia intermedia. Tras 12 horas allí, regresó a terapia intensiva porque ya estaba con neumonía bilateral grave. Luego de recibir este diagnóstico, las esperanzas de la familia menguaron. Por supuesto, lo más difícil fue intentar darle explicaciones a mi nieta de 9 años, diciéndole que todo iba a salir bien, pues ella no entendía realmente el muy grave estado de salud en el que se encontraba su mamá, mi hija.
Fue entonces cuando nació lo que yo llamo una masiva ‘cadena solidaria’. Amigos/as y conocidos/as de distintas religiones se unieron en conjunto para ofrecerme oraciones de esperanza, con deseos de recuperación para mi hija. Recibí múltiples contactos de voces solidarias: clientes de distintos países, proveedores, personas que yo conozco desde hace mucho tiempo de la industria. Todos/as me mandaron mensajes de aliento, de fe, de esperanza, e incluso algunos se ofrecieron a enviarme medicamentos.
Quiero agradecer en especial a la empresa BetConnections, donde actualmente me desempeño, que mostró humanidad y sensibilidad para entender mi situación y mi necesidad de estar junto a mi hija prácticamente todo el mes de enero de 2022, manteniendo mi puesto en la compañía. Estoy sinceramente muy agradecido a cada uno de los integrantes de la empresa, empezando por el Sr. Jesús Campos y siguiendo por Cristian Rosales.
Este episodio me confirma que la industria del juego no es frívola ni individualista. Existen enormes muestras de humanidad y afecto en las personas que la componen. Agradezco a todos/as por esa gran solidaridad colectiva que nació y creció de boca en boca. Les puedo asegurar que a mí y a mi hija nos llegaron esa buena energía y esas poderosas demostraciones de fe. Está claro que, en estos casos, la esperanza es lo último que se pierde. Muchas gracias de todo corazón.
Por supuesto, esta historia personal tiene un final positivo. El 8 de enero mi hija Ivanna salió de terapia intensiva y quedó en observación en terapia intermedia. Finalmente, pudo volver a casa, donde acompañamos de cerca su evolución día a día. No quiero dejar de mencionar mi eterna gratitud para con los médicos, enfermeros y el personal sanitario del hospital, que cumplieron y cumplen una labor encomiable.
GRACIAS POR SER SOLIDARIOS/AS. NUNCA LO OLVIDARÉ.