Desde un enfoque analítico, entiendo que somos testigos de una visión muy miope referida a la discusión de la regulación de los juegos de azar. Nos aferramos a distintas consignas y no advertimos que, aunque no nos involucremos y no asumamos el compromiso como parte del sector, el juego se seguirá desarrollando.
REGULAR Y CONTROLAR LA ACTIVIDAD
La acción de jugar esta arraigada desde nuestros orígenes y no va a desaparecer por nuestra simple voluntad. Partiendo de esta base, debemos regular en sintonía con lo que el mercado exige. No podemos dejar que la oferta se mueva libremente sin control alguno y no dar garantías al público apostador. Es imprescindible legislar en este sentido.
Sin lugar a dudas, la gran responsabilidad la tiene el propio Estado. Si tenemos en claro que el juego está instalado con o sin regulación, lo que resta es definir de qué forma abordaremos todo lo referido a poner en orden la actividad.
No se concibe una regulación donde no se involucre a todos los que forman parte de la industria, independientemente de qué posición ocupen y qué nivel de actividad desarrollen. Un fuerte compromiso colectivo, una gran apertura, un aprendizaje constante y un interés general primando por sobre el particular harán una regulación potente, eficaz y consensuada con todos los actores del rubro. La participación de todos asegurará llegar al objetivo.
UN ESFUERZO CONJUNTO EN POS DEL BIEN COMÚN
Si no somos capaces de identificar que, ante un escenario de total incertidumbre y sin disponer de las herramientas jurídicas necesarias, el juego ilegal crece y ocasiona múltiples perjuicios, estamos inevitablemente ante un gran problema.
Por eso, desde Gaming Consultores, afirmamos que reguladores, operadores, proveedores, laboratorios y demás participantes deberán actuar con total generosidad por el bien común, mirando siempre el bosque y no el árbol. Volvamos al título: el juego está y sólo debemos ponernos de acuerdo en qué es lo que queremos hacer con él.