Por Nahuel Díaz, periodista y colaborador de G&M News.
¿Cómo evalúa el proceso de recuperación del sector del juego presencial este año tras la pandemia, así como la evolución del juego online en los últimos años?
Con respecto al juego presencial, soy muy optimista. Perú tiene una industria consolidada que ha sabido ganarse la preferencia del público, con excelente operadores, muy buenas salas y una oferta fabulosa de entretenimiento, en un clima favorable para los negocios. En la pandemia, hemos estado nueve meses cerrados. La realidad indica que no recibimos ninguna ayuda del Gobierno. Se vivió una situación muy dura. Considero que las restricciones fueron ilegales, antitécnicas e inconstitucionales. Sin embargo, pese a los obstáculos, el juego presencial ha salido adelante, se ha fortalecido y presenta una recaudación tributaria cercana al 70%. Eso quiere decir que el contexto es positivo. Espero que, en el transcurso de este año, estemos recuperados al ciento por ciento. Sobre el juego online (“apuestas a distancia” las llaman en el Proyecto de Ley), nadie tiene cifras oficiales porque es una actividad que no tiene un impuesto especial. En general, existen alrededor de unos 800, 900 locales, además de miles de módulos más, expendedores de apuestas en decenas de miles de espacios en todo el Perú. Efectivamente, se siente el gran crecimiento de esa vertical. Como toda Sudamérica, Perú es un país muy futbolero. Desde mi óptica, aquí, la apuesta deportiva es más familiar, con los padres yendo a apostar con sus hijos, siguiendo a sus equipos preferidos. En este caso, no veo que tenga la connotación de entretenimiento social de las salas presenciales. El online responde a otro tipo de jugador.
¿Por qué cree que no se avanzó durante dos años con los proyectos de regulación del online que había presentado el anterior regulador, Manuel San Román, y, sin embargo, con el nuevo Gobierno, se dio rápida respuesta al proyecto de la congresista Diana Carolina Gonzáles Delgado? ¿Cuál es su punto de vista sobre esta propuesta?
Hace cinco años que vienen dando vueltas unos nueve, diez proyectos para regular la actividad. A mi parecer, el mejor trabajado -sobre todo, en la parte técnica- era el que había liderado la Dirección de Juegos cuando estaba a cargo Manuel San Román. Hicieron una tarea excelente. Pero nunca lograron que prosperara porque les faltó la conformidad del Ministerio de Economía. Con el reciente cambio de Gobierno y la salida de San Román, hemos visto una posición más política que técnica por parte del actual ministro de Economía y Finanzas, Oscar Miguel Graham Yamahuchi, y de Roberto Sánchez, ministro de Comercio Exterior y Turismo. El Proyecto fue presentado para su evaluación y aprobación. La verdad es que tanto el Congreso como el Poder Ejecutivo son entes políticos y responden a otros criterios que quizás no son los más apropiados cuando se trata de regular la actividad del juego. Ésta es la realidad y tenemos que tratar de conseguir la mejor legislación posible.
¿Qué expectativas tiene sobre la tarea que pueda llevar adelante el nuevo representante en el Mincetur, Eduardo Sevilla Echavarría? ¿De qué manera entidades como APEJA, los operadores y los proveedores del juego en Perú pueden unirse para trabajar en conjunto con el regulador en pos del progreso de la industria?
Conocemos al doctor Eduardo Sevilla y a su trayectoria. Hemos tenido reuniones con él y nos parece una persona muy adecuada para el cargo. Viene con muchas ideas y con la firme intención de avanzar. Él es abiertamente creyente en la libertad de empresa, la economía de mercado. Pienso que el Proyecto de regulación va a progresar y salir; que van a hacer un excelente trabajo porque hay un gran equipo en la Dirección de Juegos. Por supuesto, habrá que revisar algunas disposiciones y falencias de los Proyectos. Desde APEJA, presentamos formalmente por escrito a la Dirección de Juegos algunos cuestionamientos de distinta índole, relacionados con los impuestos. Un ejemplo es el siguiente. El Proyecto establece dos tributos: por un lado, está el impuesto especial, muy parecido al de los casinos y las tragamonedas, con tasa del 12%, que permite un descuento del 2%. Es una tasa sobre el net win. Este punto nos parece razonable. Por otro lado, al revisar con detalle la Ley, vemos que se marca una diferencia entre dos tipos de operadores: el domiciliado y el no domiciliado. El texto señala que ese tributo del 12% sólo está a cargo del operador domiciliado en Perú, mientras que el no domiciliado no paga el tributo. Eso viola el principio de igualdad, y el de capacidad contributiva. No entiendo por qué se establece esta diferencia. Si lo que se busca es generar inversión y trabajo en Perú, y recaudar impuestos para financiar fiscalización y atender diferentes necesidades del país, este planteo de que algunos tributen y otros no es un grave error que tiene que ser corregido. Con esta disposición, se promueve que los operadores peruanos retiren sus domicilios en nuestro territorio y se muden a otras jurisdicciones para aparecer como no domiciliados y no tributar. Esto no puede suceder y hay que modificarlo.
¿Cuáles son hoy las necesidades e inquietudes de los integrantes del sector del juego peruano y cómo pueden resolverse?
La experiencia ganada con la regulación de apuestas, casinos y tragamonedas ha sido muy rica y debemos aprovecharla. En Perú, la primera Ley del Juego es de 1999. Pasamos por un período difícil desde 1999 hasta 2016, con una ‘batalla’ entre el Gobierno y los operadores, porque las autoridades no entendían la actividad y querían gravarla con impuestos altísimos. Finalmente, en 2016, el Gobierno comprendió de qué se trata este negocio. Llegó el crecimiento, una etapa de oro, se contrató a mucha gente y se generaron tributos especiales. Esperamos que el nuevo Gobierno haga normas con criterios técnicos, legales y constitucionales, y no aquellas con fines políticos, que buscan el aplauso de la tribuna. Con una tributación alta, no va a venir nadie a invertir en el país. Esperamos que nos escuchen, que se abra el diálogo, se pueda intercambiar ideas, ver experiencias de otros países y se arribe a una regulación adecuada del juego online. Los operadores que trabajan para el bienestar de la industria en el Perú son los primeros interesados en lograr una buena regulación del iGaming lo antes posible.
Considerando la próxima realización del Mundial de Fútbol en Qatar, ¿qué beneficios obtendrá Perú con un mercado de juego online y apuestas deportivas regulado en forma integral?
Espero que antes del Mundial hayamos logrado la regulación. Hay mucho fanatismo por el deporte. Si Perú clasifica para el Mundial de Qatar, se generarán expectativas y habrá un crecimiento seguro de la economía. Lo que más me interesa es que una buena regulación, sumada a la efervescencia del Mundial, genere trabajo y promueva la inversión privada en el país. Tenemos una visión positiva y esperamos que las cosas caminen bien.
Yendo más allá y observando a toda la región, ¿cuáles entiende que son los principales desafíos de cara al futuro para el gaming latinoamericano?
No hay dudas de que Sudamérica tiene mucho potencial, pero el desafío principal es la tecnología. Tenemos que brindarle atención y apoyo porque, por el momento, las plataformas y desarrollos vienen de afuera. Hay que seguir impulsando la industria nacional. Cuento un ejemplo personal. He sido abogado de una fábrica de ruletas que desapareció. Estaba contento con ese desarrollo, con las experiencias de fábricas nacionales, pero no tuvieron éxito por la carencia de tecnología adecuada en el país, además de la falta de educación, capacitación, inversión y crecimiento. Mantener las plataformas extranjeras no es lo más conveniente para nosotros. Como dije antes, con esfuerzo, la actividad del juego se ganó un espacio en las preferencias del público. Partiendo de esa base, hay mucho por trabajar y crecer a futuro.