Por Alejandro Caminos, periodista, guionista y colaborador de G&M News.
Hay fechas que quedan en la Historia para siempre, como el 21 de febrero de 1986. Aquel viernes, Japón despertó con un nuevo y desconocido título en sus bateas de juegos: The Legend of Zelda. En ese momento, claro, nadie imaginaba que se trataba de un producto que iba a revolucionar a la incipiente industria del gaming. Hoy, más de tres décadas después, mantiene su vigencia, continuando con su propia saga y sirviendo de inspiración para un montón de títulos que también brillaron. Pilar fundamentales del desarrollador Nintendo, la saga acumula más de cuarenta títulos en su haber, con ventas superiores a las 120 millones de copias en todo el mundo. Desde aquella aventura en ocho píxeles hasta hoy, Gaming & Media News recorre el camino del reino de Hyrule para rememorar a esta legendaria franquicia.
LAS VIVENCIAS DE UN NIÑO Y LA GRAN APUESTA DE NINTENDO
A mediados de los años ‘80, Shigeru Miyamoto y Takashi Tezuka trabajaban en dos juegos muy diferentes entre sí, casi opuestos, y trataban de que las ideas de cada uno no se mezclaran entre sí. Uno era sobre una especie de fontanero que debía pasar varios niveles o mundos para dar con el rescate de la princesa, en el último castillo. Ese título se llamó Super Mario Bros. y marcó a fuego a varias generaciones, que lo transformaron en un ícono que elevó la popularidad de los videojuegos a nivel global. Para el segundo proyecto, encararon un camino distinto. Si Mario era un juego lineal, el otro debía ser lo contrario. Fue así que Miyamoto se basó en sus propias experiencias infantiles, con largas caminatas por extensos campos, bosques y cuevas. Incluso, una vez se había perdido en un bosque cerca de su casa, en la localidad de Sonobe, dentro de Kyoto. Dicha experiencia lo llevó a toparse con un lago que lo fascinó, experiencia que quiso trasladar a su nuevo proyecto. ¿La historia? Dentro del reino Hyrule, el joven Link debe rescatar a la princesa Zelda, que había sido raptada por el Príncipe de la Oscuridad, Ganon. Así, el héroe restaurará la paz en toda la región.
La sensación de descubrimiento y aventura fue uno de los grandes rasgos del game, un aspecto que le dio una identidad definida a toda la franquicia. Con estos ítems de exploración, The Legend of Zelda se erigió como el gran precursor de los mundos abiertos, dándole la libertad al jugador de moverse y avanzar dentro de la historia a su propio ritmo. A su vez, ambos creadores también buscaron fomentar la curiosidad y el ingenio, ya que el juego contaba con puzzles y acertijos a resolver. También se trabajó el tema de la comunicación, ya que los protagonistas debían interactuar con otros personajes para conseguir pistas.
Con Super Mario Bros. copando el mercado y el inconsciente colectivo, la aventura de Link recién vio la luz un año después para el lanzamiento de la Famicom Disk System, un periférico de la Family Computer System. Para ese entonces, Nintendo y Miyamoto no tenían muchas expectativas con el juego debido a su temática poco conocida en esos años. Sin embargo, la respuesta de los gamers fue otra, con más de un millón de copias vendidas al año de lanzamiento y un total de seis millones en todo su ciclo comercial. Ésa era la piedra angular de una franquicia que recién estaba naciendo.
LOS HITOS EN EL TIEMPO
Con el paso de los años y el firme entusiasmo de los jugadores, The Legend of Zelda publicó más títulos, en los cuales se mantenía la identidad basada en la exploración, el descubrimiento y la libertad de juego. A esos rasgos se añadieron innovaciones. En The Legend of Zelda: Majora’s Mask (del año 2000) para Nintendo 64, el jugador debía salvar al mundo en tres días antes de que la Luna cayera sobre la Tierra y la destruyera. Era un sistema algo restrictivo respecto al “mundo abierto” que supone la franquicia, y presentaba una trama más profunda, adulta y triste. El más celebrado, considerado como uno de los mejores videojuegos de toda la historia, es The Legend of Zelda: Ocarina of Time (1998), también para Nintendo 64. El precursor de Majora’s Mask se destacó por ser el primero en implementar un espacio tridimensional o gráficos en 3D de mundo abierto, perfeccionando la cámara en un juego en tercera persona. En él, Link debe viajar a través del tiempo para buscar la forma de encerrar a Ganondorf. En este título, la música cumple un rol esencial, ya que el jugador debe aprender a tocar varias canciones con una ocarina. De hecho, la popularidad de este juego ayudó a las ventas de dicho instrumento musical.
El último game de esta saga es The Legend of Zelda: Breath of the Wild (2017), que se publicó para la consola Nintendo Switch. Su fuerza radica en el concepto de mundo abierto, que está llevado al máximo y potenciado por la calidad gráfica de la última videoconsola de Nintendo. Su éxito es tal que miles de fanáticos esperan una secuela directa. No hay límite para la inventiva de los creadores ni para la pasión de los fanáticos. Pocos títulos como éste logran crear una franquicia con un héroe reconocido dentro del gaming mundial. Así lo consiguió Link, aquel joven que, en ese lejano viernes de febrero de 1986, iniciaba una fascinante historia que ya lleva más de treinta años.
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